viernes, 17 de septiembre de 2021

VAERIX




Saludos tropa en la entrada de hoy os traigo la traducción de la siguiente historia corta publicada en FFG USA sobre Vaerix el Hibrido dragón de Descent legends of the dark publicada por FFG USA  que la podréis leer en ingles aquí y que está escrita de nuevo por Robbie Macniven espero que la disfrutéis. 

  

VAERIX 

ROBBIE MACNIVEN


Un viento cálido soplaba por las calles de Tamalir, haciendo que los postigos y los letreros de madera de los comercios repiquetearan y provocara el sofoco de los habitantes de la Ciudad Libre, que se pegaban a la sombra de los callejones y los dinteles de las puertas donde podían. Este calor no era nada comparado con el de la Garganta de las Ascuas Negras.

     Vaerix estaba de pie, con su estructura escamosa y de largas extremidades vestido sólo con una camisa turquesa y una camiseta blanca, en la esquina de uno de los muchos mercados que abarrotaban Tamalir, cerca del Puente Rojo, que bullía con la afluencia estacional de mercaderes, viajeros y enviados que llegaban de todos los rincones de Terrinoth. Se decía que todos los caminos llevaban a Tamalir. Desde que había ocupado su puesto con vistas a la plaza, Vaerix había observado a humanos, enanos (la mayoría de ellos Dunwarr) un trío de mercaderes hyrrinx y un grupo de mercenarios orcos. Sin embargo, a ninguno se le dio tanta importancia como a Vaerix. Los híbridos de dragón no eran totalmente rechazados en lugares como estos, pero tampoco eran bienvenidos.

      Esta actitud no era nueva para ellos. Hacía tiempo que había dejado de importarles lo que los demás sentían hacia su especie. Sin embargo, incluso en el calor de las calles de Tamalir, con las vistas, los sonidos y los olores del mercado para ocupar sus sentidos, los recuerdos les cortaba, fríos y afilados como cualquier invierno del norte. Habían sido desterrados de Brezal Fundido, despedidos del servicio del Señor Dragón Levirax, golpeados y mutilados, expulsados de la compañía de sus parientes.

     Había empezado con un sueño, aunque eso sólo había sido la primera gota de lluvia en la tormenta en la que se había convertido la vida de Vaerix. No era natural para los híbridos de dragón, les había dicho que no era correcto. Pero no podía negar la verdad de lo que había experimentado. Una noche, mientras dormía, escenas de una carnicería y matanza se habían reproducido en su mente, tan reales como si ya hubieran ocurrido, un terrible ajuste de cuentas para los híbridos de dragón que habían sido fieles a Levirax.

     ¿Qué otra cosa podrían haber hecho? ¿No contar nada de la visión? ¿Mantenerse en silencio y seguir a sus parientes en el camino hacia lo que ahora parecía una destrucción segura?

     Hubo un movimiento en medio del bullicio cuando un emisario que llevaba la heráldica de la baronía de Carthridge y sus guardaespaldas se movieron para dar esquinazo a dos figuras que acababan de salir de una taberna erigida en una yurta que se había levantado cerca del centro del mercado. Eran híbridos de dragón, con sus escamas de color rojo rojizo y azul acuático, respectivamente, y sus cuerpos largos y espigados, revestidos con una armadura de cuero ligero. Estaban en el camino, con pesadas mochilas a sus espaldas y trozos de carne recién comprados en sus manos. Conversaban entre ellos mientras roían su desayuno, aparentemente ajenos a la agitación de la multitud que los evitaba.

     Vaerix se había percatado de su presencia desde que habían entrado en la plaza hacía casi una hora. Era la razón por la que se habían retirado a un extremo. No tenían intención de toparse con ellos. Vaerix no quería distracciones en este momento.



Sabía que se había corrido la voz sobre ellos desde su exilio. Uno de los principales consejeros de Levirax y un maestro de los híbridos de dragón que le fue fiel, se convirtió en traidor, avergonzado y rechazado. Al principio la conmoción había sido demasiado. Se había escondido, evitando todo contacto, tratando de encontrar un medio para olvidar lo que había visto, lo que había soñado. Finalmente, se había dado cuenta de que tal esperanza era vana. Los híbridos de dragón ligados al servicio de Levirax estaban condenados a menos que se les convenciera de abandonar el camino destructivo que ella había elegido para para ellos. Esa era parte de la razón por la que estaban en Tamalir, buscando una caravana que viajara al norte, a Frostgate, con la esperanza de llegar a cualquier híbrido y en las baronías del norte más allá y detener la propagación de las promesas de Levirax.

     La ruta que el par de híbridos de la plaza estaban tomando a través de la multitud los estaba acercando. El mero hecho de verlos hizo que Vaerix tuviera miedo, aunque sabía que no debería. Le provocó el dolor fantasma que sentían donde antes estaban sus alas, antes de que se las arrancara el principal lugarteniente de Levirax, Xenith.

     Uno de los híbridos miró hacia arriba, y cruzaron la mirada, sintieron una punzada de preocupación ya conocida cuando los dos le vieron y se hicieron un breve gesto antes de acercarse. Vaerix se mantuvo firme, agarrando el bastón de su campana de guerra espinada.

     Ambos se detuvieron y rozaron con las puntas de sus garras la base de sus cuernos.

     -Perdónanos, fuertescama-, dijo uno. -Hemos visto pocos de nuestra clase en el camino estos últimos meses. ¿Cómo te va?-

     -Me saludas como lo harías con un señor dragón, o con su mano derecha-, observó Vaerix, sin tocar su cuerno a cambio. -No soy ninguna de las dos cosas-.

     Los dos intercambiaron una mirada, antes de que la escama azul hablara.

     -Soy Darix, y este es mi pariente de huevo Falzar-. La escama roja, Falzar, asintió con un saludo más general.

     -Perdónanos-, añadió. -No queríamos ofender-.

     -No me has ofendido-, contestó Vaerix, sin poder evitar sonar cortante. Los dos se miraron de nuevo, claramente nerviosos, antes de que Darix volviera a hablar.

     -No queremos entrometernos, pero... ¿eres por casualidad Vaerix el Profeta?-

     Vaerix observó que Falzar lanzaba una mirada furiosa a su compañero. Se encogió de hombros.

     -Soy Vaerix, sí, pero no soy profeta. ¿Es eso lo que los parientes me llaman ahora?-

     -Algunos lo hacen-, dijo Falzar ante Darix. -Pero no todos-.

     -Los que se unen a Levirax lo niegan-, dijo Darix, que ahora era el que tenía una expresión de enfado mientras miraba a su compañero más bajo y de escamas rojas. -Pero no todos se unen a las pretensiones de los señores dragón. Creo en lo que has dicho, Vaerix-.

     -¿Y qué es lo que he dicho?- preguntó Vaerix, ofreciendo poco a la pareja. A veces sentían la necesidad de enseñar lo que habían soñado a sus parientes, de intentar alejarlos del futuro destructivo que Levirax había planeado, pero otras veces sólo deseaban que los dejaran en paz. Los recuerdos de las garras de Xenith hundiéndose en sus escamas, el calor del hierro candente, la daga que había cortado su lengua por la mitad, todo estaba aún demasiado crudo. Vaerix sabía que tenía que encontrar el valor para hablar más a menudo contra Levirax y los que la seguían, pero era difícil, muy difícil.



-Tuviste una visión-, dijo Darix, sonando casi vacilante al principio, pero con creciente confianza a medida que avanzaba. -Viste la matanza de las tribus. La perdición de los híbridos de dragón, todo lo contrario de lo que Levirax pretende ofrecer. Fuiste uno de sus maestros. No habrías hablado de algo así si no fuera cierto-.

     -Lo he visto, sí-, admitió Vaerix. -Aunque cada noche espero que no sea cierto-.

     -Es una advertencia-, dijo Darix, asintiendo sabiamente.

     -Es una posibilidad-, replicó Falzar, moviéndose y sacudiendo las alas. -¿Cómo lo sabremos a menos que nos encontremos con Levirax nosotros mismos?-

     -Mi compañero se cree un campeón de los señores dragón-, dijo Darix a Vaerix en tono exasperado. -Lleva meses intentando convencerme de que le acompañe hasta ella-.

     -Yo me lo pensaría mucho antes de hacer un viaje así-, dijo Vaerix, haciendo lo posible por mantener su reserva. -Levirax promete mucho, pero concede poco. Aquellos que le fallan... rara vez tienen un juicio justo-.

     -Ella nos llevará a todos a la ruina-, dijo Darix, mirando a su compañero.

     -De todos modos, ya estamos en la cúspide- , respondió Falzar con brusquedad. -¡Quizá me equivoque, pero por lo que he oído, Levirax es la única que ofrece esperanza! Ella es la que nos va a dar un lugar propio, seguridad y estabilidad, una tierra en la que no seremos maldecidos por cada forastero que pase!-

     -Falsa esperanza-, corrigió Darix, mientras Vaerix daba un paso atrás. -¡Hay que estar ciego para pensar que los señores dragón nos han ofrecido algo más que esclavitud y servidumbre!-

     -Estamos atados a ellos, te guste o no, Darix-, dijo Falzar, rascándose las escamas mientras aumentaba su ira. -¡Su destino es el nuestro! No puedes simplemente evitarlo-.

     -Los híbridos de Levirax son una secta-, replicó Darix. -Ella los está utilizando para su propio beneficio, y los está llevando a la destrucción. No les debemos nada a los señores dragón-.

     -Hablas de cultos, pero llamas a éste profeta-, replicó Falzar. -¿No puedes oír la reverencia en tu propia voz? ¿Quizás los planes de Levirax están condenados porque no se han unido a ella suficientes miembros de nuestra raza? Tal vez si lo hicieran más, conocerían el éxito-.

     Vaerix había escuchado suficiente. Las voces alzadas estaban llamando la atención, y eso no era lo que quería, no ahora. Mientras los dos híbridos continuaban su discusión, Vaerix se escabulló, abandonando la plaza. Estaban enfadados y frustrados. Nunca se había autoproclamado profeta, como una especie de vidente místico. La amenaza a la que se enfrentaban los híbridos de dragón no era un asunto esotérico o desconocido. Era real, y ya estaba sobre ellos. Discusiones como la que acababan de presenciar eran sólo el principio.

     Mientras caminaban, su determinación se endureció aún más.

     Levirax iba a destrozar a todos los híbridos en los que pudiera clavar sus garras. Había que detenerla. Y Vaerix iba a ser quien lo hiciera.




jueves, 16 de septiembre de 2021

Noticias Breves 29


Saludos Tropa, hoy en la entrada de Noticias Breves una sección que hacía casi un año que no se realizaba os pongo lo que dio de sí el directo de anoche de FFG y donde hablaron de bastantes juegos muy interesantes y que sin duda tengo ganas de jugar pero aquí nos ocuparemos de lo que nos interesa y es el universo de Mennara así que comenzamos.



Todo ffg se involucró, y en definitiva que creen de verdad en el proyecto que están realizando, también  tenemos nuevo universo en Terrinoth y es Terrinoth Legends que comienza con este juego ¿sacaran más juegos? ¿O solo se centraran en este? Veremos qué pasa, según pase el tiempo.



Empezaron enseñando unos dados de piedras semipreciosas cortadas a mano, al estar fabricados con este material el dado pesa mucho más, en la página https://usa.levelupdice.net/  los podrás encontrar eso si baratos no son, uno solo son 9 dólares, el pack de 3 cuesta 25 y el de 12 cuesta 90 dólares, más envió que son otros 39 dólares, vamos que si queréis el pack de 12 os saldrá por unos 128.77 hermosos dólares que al cambio al día de hoy son aproximadamente unos 109 euros,solo par los mas fans.

Después de los dados comentaron poco sobre el segundo acto de Descent: Legends of the Dark solamente que ya se está desarrollando y nos mostraron el prototipo de una miniatura de un nuevo enemigo, claramente se puede ver que será un mago, al que nos enfrentaremos en una nueva historia llamada Fantasmas de  Greyhaven y que se puede incorporar a la campaña, es decir tenemos la primera expansión independiente de la trama principal.

Por su puesto mostro, bueno no lo mostro salió cubierto por un pañuelo una de la miniaturas del segundo acto de Descent: Legends of the Dark comparándolo con la miniatura de un bandido del primer acto, la verdad es que así a ojo será una mini entre 25 y 30 cm, poco más se habló del juego después de esto así que espero que esta información os haya servido para saber mas de lo que viene, aquí tenéis el enlace al video de Youtube.

Y por último y esto ya no salió en el video es un mala noticia para los roleros y fans de Terrinoth donde me incluyo es que el juego de rol Genesys y su libro de Reinos de Terrinoth sufre otro retraso y se nos va al 25 de marzo de 2022 una verdadera lástima y sin más me despido de vosotros, un saludo y nos vemos en el campo de batalla. 


miércoles, 15 de septiembre de 2021

SYRUS



Saludos tropa en la entrada de hoy os traigo la traducción de la siguiente historia corta publicada en FFG USA sobre Syrus el mago que manejaremos en Descent legends of the dark publicada por FFG USA  que la podréis leer en ingles aquí y que está escrita por Robbie Macniven el escritor de una de las nuevas novelas sobres Descent, Doom Of Fallowhearth y The Gates of Thelgrim espero que la disfrutéis.    

SYRUS 

ROBBIE MACNIVEN


El pájaro había sido una maravilla, de eso Syrus estaba seguro. El ave mágica estaba posada sobre una barra en una losa de piedra erigida en el centro de la cámara de invocación, encorvado, con el fuego apagado salvo por las pequeñas llamas que aún lamían las puntas de sus alas plegadas. Sus plumas eran del color de la carbón y la ceniza, y sus ojos estaban apagados y en blanco.

     -Es un fénix-, dijo Syrus. Greysdon, su profesor elementalista y tutor, levantó la vista del libro que había estado consultando, frunciendo ligeramente el ceño.

     -Lo es-, dijo volviendo a bajar la vista al tomo.

     Syrus se acercó a la losa. El fénix no respondió a sus palabras, más allá de un leve movimiento de sus plumas apagadas.

     Sintió una punzada de pena por la criatura. Estaba atrapada, atada tanto en el plano físico como en el mágico, una garra atada a la barra, mientras seis recipientes llenos de motas de agua elemental -Aquos- estaban dispuestos en la losa debajo de ella, desangrando la magia innata que la impregnaba. Cuando era niño había acompañado a sus padres en sus sesiones de cetrería en muchas ocasiones. Sabía cuándo una rapaz estaba en peligro, fuera o no mágica. Esta parecía estar a punto de la muerte.

     -¿Estás seguro de que puedes curarlo?-, preguntó a Greysdon.

     El profesor no respondió. Estaba de pie detrás de su estrado en el lado opuesto de la cámara de canalización. La sala con una cúpula de cristal, situada en lo alto de una de las torres más altas de la Universidad de Greyhaven, tenía la forma de un anfiteatro, con hileras de asientos de piedra que se elevaban alrededor de un cavidad central donde se había colocado la losa y su prisionero aviar habían sido colocados. Durante las horas de luz, servía como sala de conferencias para los estudiantes que practicaban la canalización de energías hacia y desde depósitos de energía elemental cuidadosamente seleccionados. Esta noche, sin embargo, Syrus, Greysdon y el enfermizo fénix eran sus únicos ocupantes.

     Syrus había sido despertado de su dormitorio en persona por el profesor y llevado a la torre tan pronto como estaba bien vestido. La convocatoria había sido totalmente inesperada. Greysdon era un tutor severo, un talentoso practicante de la magia elemental que claramente se tomaba en serio su papel de profesor en la universidad. Syrus había obtenido resultados mediocres en la mayoría de sus clases de primer año con él, pero le había ido bien en las sesiones individuales, clases relacionadas con el uso de las energías elementales y cómo esas energías se manifiestan en los seres vivos. Sentía que había ido mejorando, poco a poco, pero la severa presencia del elementalista aún le intimidaba.

     -No perturbes a los recipientes -,  dijo Gerysdon bruscamente, levantando la vista una vez más del tomo que descansaba sobre su atril y viendo lo cerca que Syrus se había acercado a los recipientes de Aquos sobre la losa. Se apartó cuando Greysdon cerró su libro con su libro con un golpe seco y bajó para unirse a él, con el bastón en la mano.

     Syrus se apresuró a agarrar su propio bastón, un trozo de madera de fresno nudoso más bien sencillo que había tallado e inscrito durante su primera semana en la universidad. Se aclaró la garganta, sintiéndose repentinamente pensativo.



-¿Conoces el encantamiento para el hechizo de vinculación?- Preguntó Greysdon, la débil luz que arrojaban las pocas llamas que le quedaban al fénix alumbro su envejecido rostro en un profundo contraste.

     -Sí, profesor- , dijo Syrus, repasando apresuradamente las palabras arcanas en su cabeza mientras agarraba el vial de energías elementales de aire que Greysdon le había dado al entrar.

     -Cuando llegue el momento, te pediré que lo repitas-, continuó Greysdon, extendiendo la mano y comenzó retirar las piedras de menor importancia. -Para que el fénix sobreviva, debes anclar su energía mientras yo trabajo en él. ¿Está claro?-

     -Sí, profesor-, repitió Syrus. Miró al fénix y sintió que los nervios empezaban a aflorar. Se había rumoreado que Greysdon había sido capaz de convocar a una criatura así. Syrus sólo lo había creído a medias antes de esta noche, antes de que Greysdon lo convocara y le dijera en voz baja y urgente que, a menos que se hiciera una intervención, el fénix perecería. Cuando Syrus le había preguntado por los experimentos, sólo había dicho que intentaba salvar la vida de la criatura. Syrus aún no había tenido la oportunidad de decidir si creía o no a su tutor.

     -Maestro Greysdon, quisiera preguntarle-, dijo vacilante. -¿Es una prueba?-

     Greysdon lo miró por encima de la cabeza inclinada del fénix, y le ofreció una escueta sonrisa.

     -No, novicio Indahlu, no es una prueba formal. Una informal, tal vez. Parece que tienes cierto grado de aptitud en lo que respecta a las energías vitales y los elementos. Necesito a otra persona para la vinculación, mientras yo realizo los encantamientos primarios. Si tenemos éxito, sin duda te beneficiará en esta institución-.

     Syrus asintió con la cabeza, apretando un poco más su bastón. Greysdon retiro la última piedra de la losa, colocándolas en su atril, antes de volver y sacar un objeto de forma ovalada de los pliegues de su túnica. Sosteniéndolo en una mano, asintió a Syrus.

     -Comienza el encantamiento-.

     Syrus tomó aire y abrió el frasco de Anemos antes de soplar. Era un hechizo elemental, que utilizaba las propiedades místicas que se desprendían de las funciones naturales de Mennara. Con el viento que surgió repentinamente del pequeño artefacto, fue capaz de anclar un alma y las propiedades mágicas ligadas a ella. Mientras hablaba, se concentró en su báculo, utilizándolo como punto de canalización, y sintió que las primeras energías surgían y luego se elevaban.

     El fénix emitió un graznido sordo cuando el hechizo de Syrus lo envolvió, y la esfera de energía sólo fue levemente visible como una ligera copresencia que se cerraba sobre el ave. Syrus cerró los ojos brevemente mientras repetía el hechizo, tratando de fijarlo más firmemente en su lugar. Cuando los abrió de nuevo, Greysdon había colocado el óvalo que sostenía debajo del fénix. Se dio cuenta de que era una especie de huevo, con la cáscara moteada de manchas oscuras.

     -Un huevo de salamandra-, dijo Greysdon al ver su mirada. -Atrapará la energía de su fuego-.

     Greysdon acompañó las palabras susurrado un conjuro, y el huevo pareció brillar en un intenso blanco y profundo.

     La confusión de Syrus dio paso a una terrible comprensión. Había visto recipientes de Aquos colocados bajo el fénix, energía acuática elemental que había supuesto que era para intentar reequilibrar el espíritu del fénix. Pero eso no era el caso. Los líquidos arcanos habían drenado su esencia ardiente, y ahora el huevo estaba siendo utilizado para extraer lo que restaba de su magia de fuego de su cuerpo.

     El fénix chilló. Las llamas se encendieron a lo largo de las alas y el lomo, ardiendo brevemente antes de ser arrastradas, como por una corriente de aire, hacia la piedra que tenía debajo, envolviéndola en una corona de fuego. Gresydon seguía pronunciando el hechizo, con el fuego brillando en sus ojos mientras sostenía una mano sobre el fénix atrapado, invocando su poder, drenándolo hacia el huevo.





-Para-, gritó Syrus, con horror venciendo su deferencia. Greysdon hizo una mueca cuando su cántico fue interrumpido, el poder seguía fluyendo bajo su mano. Sus ojos ardientes se fijaron en Syrus.

     -La magia de esta criatura es innata, Syrus-, declaró por encima del sonido del dolor del fénix. --He estado estudiando su especie durante décadas, tratando de aprovechar sus habilidades. Imagina que un humano común y corriente como tú o yo pudiéramos aprovechar este poder de la misma manera que él lo hace, instintivamente, sin siquiera necesitar fuentes elementales o fragmentos o conjuros hablados. ¡Estamos tan cerca de entenderlo! Si puedo curarlo, podra ayudar en mi investigación-.

     -No lo estás entendiendo-, dijo Syrus con urgencia. -No lo estás curando. Lo estás matando-.

     -Estoy tratando de salvarlo-, dijo Greysdon con tristeza. -Si puede sobrevivir a esto, su exceso de energía estará a salvo en el huevo. No enfermará más, no se debilitará más-.

     -¡No!-, dijo Syrus y sin pensar, se lanzó hacia el huevo. Oyó una exclamación de Greysdon y sintió una oleada de dolor cuando su mano pareció chocar con algo sólido: sus dedos se detuvieron temblorosos, a centímetros del huevo, interrumpiendo el flujo de fuego entre él y el fénix atrapado que chillaba.

     Las energías elementales surgieron una vez más, aún más poderosas que antes. Syrus la sintió a su alrededor por la cámara de canalización con la furia de la propia Mennara, haciendo vibrar la piedra y haciendo sonar los cristales del techo abovedado. La energía se propagó por su bastón y por su cuerpo, y su mano actuó como un conducto entre el poder del huevo y la energía del fénix.

     Se dio cuenta demasiado tarde de que no había hecho desaparecer el viento vinculante que había lanzado primero sobre la criatura. Había entrado en su esfera de poder, y ahora estaba encerrado en ella tan firmemente como el propio fénix. Las energías elementales dentro de él se habían enganchado, y ahora su fuego estaba siendo arrastrado hacia el huevo de la salamandra también.

     -¿Qué has hecho?- bramó  Greysdon, golpeando la base de su bastón contra el flanco de la piedra en un esfuerzo por dispersar y disipar las energías que amenazaban con destrozar la cámara. -¡Idiota!-.

     -Es... demasiado...- Syrus consiguió gruñir, todo su cuerpo se tenso mientras las energías elementales rebotaban hacia él, el viento vinculante que atrapaba al fénix arranco sus ropas, su pelo y su barba, llevandose consigo el calor del huevo de salamandra.

     -Te matará si no rompes el contacto-, exclamó Greysdon, con una expresión de pánico, ahora que se dio cuenta de que Syrus estaba atrapado por las energías mágicas. -¡Suelta tu báculo y retírate!-.

     Syrus quería hacerlo. Podía sentir el huevo, ardiente, a pocos centímetros de las yemas de sus dedos, absorbiéndoles la vida, creando una sensación de ardor que había comenzado a extenderse por su brazo. Lo llenó de miedo, de pánico, pero también podía sentir algo más. La esencia ardiente del fénix, su espíritu mágico y ardiente, se estaba entrelazando con el suyo al ser arrastrada al núcleo del huevo, empezando a fundirse en uno.

     La cabeza de su bastón estalló en llamas. Sintió que el mismo calor se extendía a través de él en contrapunto con el hambre ardiente del huevo. Era la esencia del fénix que se unía a la suya, el fuego que se enroscaba en su plumaje se redoblaba mientras la luz volvía a entrar en sus ojos fijos en Syrus.

     -Si rompo el contacto... morirá...- dijo con los dientes apretados.

     -Si no lo haces, moriréis los dos-, gritó Greysdon, levantando su bastón. Estaba a punto de golpear al fénix, para acabar con su vida a la fuerza antes de que pudiera unirse más con Syrus.

     No podía permitirlo. Sentía el alma de la criatura, sabía su nombre -Indris- sentía sus propios pensamientos, su núcleo fundido. Estaba asustada y desafiante a partes iguales, negándose a entregar lo último de sus llamas al huevo, desesperada por huir, por elevarse una vez más y sentir la magia sin trabas del viento fluyendo a través de ella. No quería perecer así, atada y atrapada, reducida a una masa marchita de plumas carbonizadas y huesos huecos, todavía atada a la losa.

     Syrus no permitiría que eso sucediera. En ese momento se dio cuenta de que prefería morir antes que ver perecer a una criatura tan noble. En lugar de intentar arrastrar su alma lejos de la confluencia de energías, se dirigió de nuevo hacia ellas, intentando una vez más alcanzar el huevo.





La barrera que le había repelido en un principio no pudo detenerle ahora que estaba impregnado del poder del fénix. Se obligó a soportarlo mientras se abalanzaba sobre el huevo maldito, con un grito de dolor y determinación que resonó en la estremecedora cámara. Sus dedos se cerraron en torno a él, el fuego los envolvía, ardiendo con la furia del fénix resurgido. El chillido de ella pareció fundirse con su voz, tan penetrante que aparecieron grandes grietas en las vidrieras del techo, grietas que se extendían como rayos irregulares por la cúpula.

     Con un estruendo, el huevo estalló. Su núcleo había sido calcinado por la ira del fénix, canalizada por el propio cuerpo de Syrus. Se rompió en su mano, y su energía se detonó. Syrus se quedó sin aliento al salir despedido hacia atrás, golpeándose contra el nivel más bajo de los laterales del anfiteatro. De algún modo, consiguió sujetar su bastón, cuyas llamas se desvanecían pero no se extinguían por completo.

     Aturdido, miró hacia arriba a través del humo y fue testigo del renacimiento de Indris. El fénix se levantó, el huevo y los cuencos bajo ella se hicieron añicos, su cuerpo y su alma se liberaron de la trampa de Greysdon. Sus alas se desplegaron en un resplandor, y el calor blanco de su núcleo iluminó la cámara. Voló con una exclamación de deleite aviar, elevándose en torno a la cúpula agrietada, y su luz hizo brillar el cristal. Por primera vez, el alma magullada de Syrus se llenó de la alegría del vuelo, de la emoción ilimitada y creciente de ser libre y sin ataduras. Eso le devolvió la calma, su alma se revitalizó.

      Levantó la mano que había agarrado y roto el huevo, flexionándola. Parecía ilesa, salvo por el calor que iba desapareciendo poco a poco. Miró más allá, al resto de la cámara.

     Se dio cuenta de que todo había cambiado. Ahora podía ver energías multicolores donde antes habían sido invisibles para él, era el efecto residual de la explosión arcana que había sacudido la cámara. Los elementos le rodeaban ahora, su mente estaba viva ante su presencia. Levantó una mano y observó con fascinación cómo se arremolinaban al tocarlos, formando un pequeño remolino caleidoscópico que sólo esperaba ser dirigido.

     Ahora tenía poder, más del que había imaginado. Su vínculo con Indris se lo había garantizado.

     Greysdon había sobrevivido a la explosión. Estaba de rodillas, jadeando, y la protección que había invocado con su bastón empezaba a desvanecerse. Miraba fijamente al fénix, pero cuando se abalanzó hacia Syrus este vio en sus ojos que su mirada estaba llena de furia.

     -Esto es... un ultraje-, logró decir. -Una desgracia. Lo tenía controlado. La criatura se habría recuperado, ¡pero tu interrupción podría habernos matado a todos!-

     -Mejor eso que quedarse quieto y arriesgarse a ver a una criatura viva como Indris reducida a una cáscara-, dijo Syrus, con convicción haciendo que su voz fuera firme. Mientras hablaba, extendió el puño, sintiendo la intención de Indris al caer hacia él. La rapaz mágica se posó en su muñeca, sus garras se clavaron en su brazalete, y un fuego fundido brotó de su plumaje ardiente. Sin embargo, su calor no le daba miedo a Syrus. Sus fuegos eran uno solo.

     Greysdon pareció considerar las palabras mientras contemplaba el fénix en llamas y las llamas que crepitaban en el báculo del antiguo novicio. -Esto lo cambiará todo-, dijo. -Si la facultad se entera...-.

     -¿La facultad no sabía nada de esto?-preguntó Syrus. Greysdon hizo una mueca y negó con la cabeza.

     -No lo sabían, pero habrán sentido la descarga de energías aquí, y sospecho que pronto serán testigos de tus nuevos poderes. Independientemente de lo que ocurra, Syrus, debes tener cuidado con esta nueva magia. Aprende a usarla bien, ya que tales dones no están al alcance de muchos-.



jueves, 2 de septiembre de 2021

Ganadores Primer concurso de Microrelatos



Saludos tropa, el pasado día 31 Anunciamos por Twitter a los ganadores del primer concurso de microrelatos basados en Terrinoth y aquí os dejo sus historias espero que las disfrutéis, pero antes dar las gracias a todos los que habéis participado y a la enhorabuena a los ganadores.

Primer premio, nos cuenta en tan solo 231 palabras nos cuenta un momento crucial en Terrinoth como es el comienzo de la segunda oscuridad, pero desde otra perspectiva. 

Autor: @Michelwhat

Título: Meryngir

Caen gotas y anochece, hace frío en este maldito valle, avanzamos hacia la maldita torre y nos ponemos debajo ella golpeando sus puertas, la puerta cede y comienza el asalto, mi comandante maldice, nuestro enemigo está muy cerca y el comandante está seguro que lo conseguirá, mis compañeros luchan y el sube una gran escalera y esperamos, esperamos…

Un estruendo surge de lo alto de la torre y se ilumina como el sol, el cielo estalla con decenas de graznidos de cuervos, ¡no! Centenares…miles de ellos sobrevolándonos, los arqueros les disparan y empiezan a caer haciendo que estos se marchen, se ciernen nubes de tormenta,  nuestro comandante sale de la torre con sus manos ensangrentadas y algo brillante en la mano, maldice y grita un juramento… oigo un estruendo, un trueno, ¡no! una risa, empiezan los primeros gritos agonizantes, mi pulso se acelera, una punzada de dolor como si el fuego de un dragón abrasar todo a su paso, es una lluvia negra, se me cae la piel y la carne, el dolor es tan insoportable hasta que todo es oscuridad... 

Silencio…la luz vuelve a mí, me levanto como si hubiera sido un sueño pero no hay miedo ya, ni irá, ni amor, ni odio, ni dolor, ni miedo cuando veo mi esquelética mano, solo existe la servidumbre a mi señor comandante Waiqar Sumarion, Waiqar el Inmortal para siempre.



Segundo premio, en 349 palabras nos narra la historia de un joven aventurero enamorado al que no todo le sale lo bien que se imaginaba.

Autor: @dvaquero_

Título: Camino a la Leyenda

Al volver a colgarse la cantimplora del cinturón lo notó. O bueno, más bien notó su ausencia. La bolsa de monedas no estaba y en seguida supo dónde la había perdido... Dichosos niños. Nunca debió entretenerse jugando con ellos. ¡Que idiota! Más le valdría que en esa condenada prisión encontrara algo de valor. O tal vez pudiera rescatar a algún pobre infeliz que fuera de valor para alguien que estuviese dispuesto a ser generoso tras recuperarlo. Sobre todo si quería impresionar a la bella Latari tras su triunfal vuelta a Tamalir.

De repente le sobrevino el dolor. Agudo. Punzante. A la altura de la pantorrilla izquierda. Los músculos se le tensaron. La espada se le escurrió entre los dedos. El estrépito que provocó el escudo al caer retumbó por todo el pasillo. ¿Qué acababa de pasar? Miró a un lado, miró al otro, buscando un enemigo que no conseguía vislumbrar. Notaba su cuerpo pesado. Le costaba respirar. Gotas de un sudor frío brotaban en cada centímetro de su tembloroso cuerpo. Trató de apoyarse en la pared de roca pero la mano le resbaló al tocar algo pegajoso y cayó al suelo. Apenas notó nada pese a lo aparatoso del golpe.

No estaba seguro, no podía estarlo pues la vista comenzaba a nublársele, pero le pareció ver cómo algo se movía bajo la pernera de su andrajoso pantalón. ¿Acaso era real o una simple alucinación provocada por su repentino estado? No pudo siquiera sorprenderse al ver aparecer a la más pequeña araña de las cavernas que había visto en su vida, pues los músculos de la cara ya no le respondían. De haberlo hecho, no habría gritado, sino reído, recordando las palabras de la dama élfica. "No estás equipado, no tienes preparación alguna y apenas parece que puedas cargar con la espada y el escudo. Por favor, desiste, aparta y déjame continuar mi camino".

Tirado como estaba en el suelo, rendido a un destino que no había previsto, casi podía imaginar la cara avergonzada de Syndrael cuando encontrara su cadáver. Su legendario camino como héroe apenas había durado una jornada.



Tercer premio, en esta historia de 800 palabras nos mete en la cabeza de un héroe que busca su sitio en el mundo.

Autor: @CthulhuPresi

Título: Sin Titulo

Se sentó en una piedra cercana para observar la masacre frente a él. Se encontraba en mitad de un prado, al atardecer. Su espada ensangrentada se apoyada en su rodilla.

¿Qué había ocurrido allí?

Había huecos en su memoria, recordaba sangre, muerte, pero seguía sin reconocer los rostros de los cadáveres a sus pies.

Las cosas habían cambiado mucho en Terrinoth desde su juventud, el ejército de los Uthuk Y’la, sembraba el caos allá por donde iba, dejando destrucción y sangre a su paso. Cada vez daba más la sensación de que los intentos de los héroes de Terrinoth por acabar con esta amenaza, eran en vano. Erik recordaba que una vez había querido ser un héroe, ser recordado durante generaciones por sus heroicas hazañas contra aquellos que asolaban Terrinoth, sin embargo, esa ilusión se había desvanecido tiempo atrás, Erik sabía que nunca llegaría a ser un héroe.

Siguió mirando los cadáveres a su alrededor.

¿Acaso he sido yo? Se preguntaba Erik, había huecos en su memoria.

Espadas chocando, gritos de dolor.

Repentinas escenas le venían a la mente, pero seguía sin entender lo que allí había ocurrido. De repente, algo entre los cuerpos inertes se movió, Erik cogió rápidamente su espada y se puso en pie, tras lo cual sintió un súbito dolor en la rodilla.

Un recuerdo le vino a la mente, el de un bandido Uthuk clavándole su espada en la pierna momentos antes.

Un combate, sangre, gritos de dolor.

Los recuerdos iban y venían de manera esporádica mientras Erik observaba aquello que se movía entre los cadáveres.

Una simple rata, Erik se volvió a sentar en la roca.

Escuchó un estruendo detrás de él, y al darse la vuelta, no muy lejos de donde se encontraba, vio un Uthuk, visiblemente herido, empuñando una afilada espada, el guerrero emitió un fuerte rugido y se abalanzó sobre Erik lo más rápido que pudo.

Erik, sin tiempo de reaccionar, agarró su espada y la blandió delante de él justo a tiempo para bloquear el golpe que el guerrero Uthuk había atestado contra él. Con un diestro movimiento de espada, Erik desvió el golpe y se puso en pie de un salto. Volvió a sentir el dolor en la rodilla, y se arrepintió de haberse levantado tan bruscamente. El Uthuk volvió a atacar, esta vez golpeando de lleno a su contrincante y clavándole su arma en el costado. Erik no pudo evitar soltar un grito y derrumbarse sobre el suelo, gimiendo de dolor. Entonces comprendió que no había tiempo para lamentarse y gimotear, y se apartó rápidamente de su oponente, que seguía intentando golpearlo con su espada. Esta vez fue Erik quién atacó, agarró su espada con ambas manos y corrió hacia el Uthuk, aguantándose el dolor. Acertó con su espada justo en el pecho de su contrincante, el cuál gritó de tal manera que Erik sintió que le estallaban los oídos.

Más recuerdos llegaron a su mente; se vio a sí mismo asesinando a unos peregrinos que se encontraban asando un animal en una hoguera, se veían felices, y aun así, Erik acabó con todos ellos, derramando sangre por todo el lugar y apartando los cuerpos con el pie. Se volvió a preguntar si realmente el fin justificaba los medios.

No era el momento de pensar, sacó su espada clavada en el pecho de su oponente y se preparó para atestarle otro golpe, se abalanzó sobre él y sus armas chocaron, Erik hizo uso de su habilidad con la espada y consiguió desarmar a su enemigo, para justo después, matarlo con un golpe final en la cabeza. El cuerpo inerte del Uthuk cayó al suelo y justo después Erik se derrumbó de rodillas, abatido tras el combate.

Súbitamente, le sobrevinieron muchos más recuerdos; mientras robaba la comida y las pertenencias de los peregrinos que había matado, Erik se percató de la presencia de un puñado de bandidos Uthuk que venían persiguiendo el mismo botín que él, y después de un duro combate, salió victorioso aunque con una herida en la rodilla.

Empezaba a comprender lo que había ocurrido aquella tarde, el Uthuk al que acababa de vencer, era uno de los bandidos al cuál no había conseguido matar, sino noquear en su anterior combate con la banda de ladrones. Observó el animal que iba a servir de cena a los aldeanos, y que ahora sería su sustento para la semana. Cogió un saco de cuero de uno de los cadáveres, y comprobó que estaba lleno de monedas.

Empezaba a pensar que quizá el problema no era que no recordase, sino que quizá no quería recordar.

En el fondo, una pequeña parte de él quería seguir siendo ese Héroe, mas, por mucho que le pesara, sabía que él no estaba destinado a ser un héroe, él era, al fin y al cabo, un superviviente.



Pues hasta aquí la entrada de hoy, de nuevo dar las gracias por participar y espero que os gusten las historias que nuestros compañeros de batalla han tenido a bien compartir con nosotros un saludo y nos vemos en el campo de batalla.