jueves, 2 de septiembre de 2021

Ganadores Primer concurso de Microrelatos



Saludos tropa, el pasado día 31 Anunciamos por Twitter a los ganadores del primer concurso de microrelatos basados en Terrinoth y aquí os dejo sus historias espero que las disfrutéis, pero antes dar las gracias a todos los que habéis participado y a la enhorabuena a los ganadores.

Primer premio, nos cuenta en tan solo 231 palabras nos cuenta un momento crucial en Terrinoth como es el comienzo de la segunda oscuridad, pero desde otra perspectiva. 

Autor: @Michelwhat

Título: Meryngir

Caen gotas y anochece, hace frío en este maldito valle, avanzamos hacia la maldita torre y nos ponemos debajo ella golpeando sus puertas, la puerta cede y comienza el asalto, mi comandante maldice, nuestro enemigo está muy cerca y el comandante está seguro que lo conseguirá, mis compañeros luchan y el sube una gran escalera y esperamos, esperamos…

Un estruendo surge de lo alto de la torre y se ilumina como el sol, el cielo estalla con decenas de graznidos de cuervos, ¡no! Centenares…miles de ellos sobrevolándonos, los arqueros les disparan y empiezan a caer haciendo que estos se marchen, se ciernen nubes de tormenta,  nuestro comandante sale de la torre con sus manos ensangrentadas y algo brillante en la mano, maldice y grita un juramento… oigo un estruendo, un trueno, ¡no! una risa, empiezan los primeros gritos agonizantes, mi pulso se acelera, una punzada de dolor como si el fuego de un dragón abrasar todo a su paso, es una lluvia negra, se me cae la piel y la carne, el dolor es tan insoportable hasta que todo es oscuridad... 

Silencio…la luz vuelve a mí, me levanto como si hubiera sido un sueño pero no hay miedo ya, ni irá, ni amor, ni odio, ni dolor, ni miedo cuando veo mi esquelética mano, solo existe la servidumbre a mi señor comandante Waiqar Sumarion, Waiqar el Inmortal para siempre.



Segundo premio, en 349 palabras nos narra la historia de un joven aventurero enamorado al que no todo le sale lo bien que se imaginaba.

Autor: @dvaquero_

Título: Camino a la Leyenda

Al volver a colgarse la cantimplora del cinturón lo notó. O bueno, más bien notó su ausencia. La bolsa de monedas no estaba y en seguida supo dónde la había perdido... Dichosos niños. Nunca debió entretenerse jugando con ellos. ¡Que idiota! Más le valdría que en esa condenada prisión encontrara algo de valor. O tal vez pudiera rescatar a algún pobre infeliz que fuera de valor para alguien que estuviese dispuesto a ser generoso tras recuperarlo. Sobre todo si quería impresionar a la bella Latari tras su triunfal vuelta a Tamalir.

De repente le sobrevino el dolor. Agudo. Punzante. A la altura de la pantorrilla izquierda. Los músculos se le tensaron. La espada se le escurrió entre los dedos. El estrépito que provocó el escudo al caer retumbó por todo el pasillo. ¿Qué acababa de pasar? Miró a un lado, miró al otro, buscando un enemigo que no conseguía vislumbrar. Notaba su cuerpo pesado. Le costaba respirar. Gotas de un sudor frío brotaban en cada centímetro de su tembloroso cuerpo. Trató de apoyarse en la pared de roca pero la mano le resbaló al tocar algo pegajoso y cayó al suelo. Apenas notó nada pese a lo aparatoso del golpe.

No estaba seguro, no podía estarlo pues la vista comenzaba a nublársele, pero le pareció ver cómo algo se movía bajo la pernera de su andrajoso pantalón. ¿Acaso era real o una simple alucinación provocada por su repentino estado? No pudo siquiera sorprenderse al ver aparecer a la más pequeña araña de las cavernas que había visto en su vida, pues los músculos de la cara ya no le respondían. De haberlo hecho, no habría gritado, sino reído, recordando las palabras de la dama élfica. "No estás equipado, no tienes preparación alguna y apenas parece que puedas cargar con la espada y el escudo. Por favor, desiste, aparta y déjame continuar mi camino".

Tirado como estaba en el suelo, rendido a un destino que no había previsto, casi podía imaginar la cara avergonzada de Syndrael cuando encontrara su cadáver. Su legendario camino como héroe apenas había durado una jornada.



Tercer premio, en esta historia de 800 palabras nos mete en la cabeza de un héroe que busca su sitio en el mundo.

Autor: @CthulhuPresi

Título: Sin Titulo

Se sentó en una piedra cercana para observar la masacre frente a él. Se encontraba en mitad de un prado, al atardecer. Su espada ensangrentada se apoyada en su rodilla.

¿Qué había ocurrido allí?

Había huecos en su memoria, recordaba sangre, muerte, pero seguía sin reconocer los rostros de los cadáveres a sus pies.

Las cosas habían cambiado mucho en Terrinoth desde su juventud, el ejército de los Uthuk Y’la, sembraba el caos allá por donde iba, dejando destrucción y sangre a su paso. Cada vez daba más la sensación de que los intentos de los héroes de Terrinoth por acabar con esta amenaza, eran en vano. Erik recordaba que una vez había querido ser un héroe, ser recordado durante generaciones por sus heroicas hazañas contra aquellos que asolaban Terrinoth, sin embargo, esa ilusión se había desvanecido tiempo atrás, Erik sabía que nunca llegaría a ser un héroe.

Siguió mirando los cadáveres a su alrededor.

¿Acaso he sido yo? Se preguntaba Erik, había huecos en su memoria.

Espadas chocando, gritos de dolor.

Repentinas escenas le venían a la mente, pero seguía sin entender lo que allí había ocurrido. De repente, algo entre los cuerpos inertes se movió, Erik cogió rápidamente su espada y se puso en pie, tras lo cual sintió un súbito dolor en la rodilla.

Un recuerdo le vino a la mente, el de un bandido Uthuk clavándole su espada en la pierna momentos antes.

Un combate, sangre, gritos de dolor.

Los recuerdos iban y venían de manera esporádica mientras Erik observaba aquello que se movía entre los cadáveres.

Una simple rata, Erik se volvió a sentar en la roca.

Escuchó un estruendo detrás de él, y al darse la vuelta, no muy lejos de donde se encontraba, vio un Uthuk, visiblemente herido, empuñando una afilada espada, el guerrero emitió un fuerte rugido y se abalanzó sobre Erik lo más rápido que pudo.

Erik, sin tiempo de reaccionar, agarró su espada y la blandió delante de él justo a tiempo para bloquear el golpe que el guerrero Uthuk había atestado contra él. Con un diestro movimiento de espada, Erik desvió el golpe y se puso en pie de un salto. Volvió a sentir el dolor en la rodilla, y se arrepintió de haberse levantado tan bruscamente. El Uthuk volvió a atacar, esta vez golpeando de lleno a su contrincante y clavándole su arma en el costado. Erik no pudo evitar soltar un grito y derrumbarse sobre el suelo, gimiendo de dolor. Entonces comprendió que no había tiempo para lamentarse y gimotear, y se apartó rápidamente de su oponente, que seguía intentando golpearlo con su espada. Esta vez fue Erik quién atacó, agarró su espada con ambas manos y corrió hacia el Uthuk, aguantándose el dolor. Acertó con su espada justo en el pecho de su contrincante, el cuál gritó de tal manera que Erik sintió que le estallaban los oídos.

Más recuerdos llegaron a su mente; se vio a sí mismo asesinando a unos peregrinos que se encontraban asando un animal en una hoguera, se veían felices, y aun así, Erik acabó con todos ellos, derramando sangre por todo el lugar y apartando los cuerpos con el pie. Se volvió a preguntar si realmente el fin justificaba los medios.

No era el momento de pensar, sacó su espada clavada en el pecho de su oponente y se preparó para atestarle otro golpe, se abalanzó sobre él y sus armas chocaron, Erik hizo uso de su habilidad con la espada y consiguió desarmar a su enemigo, para justo después, matarlo con un golpe final en la cabeza. El cuerpo inerte del Uthuk cayó al suelo y justo después Erik se derrumbó de rodillas, abatido tras el combate.

Súbitamente, le sobrevinieron muchos más recuerdos; mientras robaba la comida y las pertenencias de los peregrinos que había matado, Erik se percató de la presencia de un puñado de bandidos Uthuk que venían persiguiendo el mismo botín que él, y después de un duro combate, salió victorioso aunque con una herida en la rodilla.

Empezaba a comprender lo que había ocurrido aquella tarde, el Uthuk al que acababa de vencer, era uno de los bandidos al cuál no había conseguido matar, sino noquear en su anterior combate con la banda de ladrones. Observó el animal que iba a servir de cena a los aldeanos, y que ahora sería su sustento para la semana. Cogió un saco de cuero de uno de los cadáveres, y comprobó que estaba lleno de monedas.

Empezaba a pensar que quizá el problema no era que no recordase, sino que quizá no quería recordar.

En el fondo, una pequeña parte de él quería seguir siendo ese Héroe, mas, por mucho que le pesara, sabía que él no estaba destinado a ser un héroe, él era, al fin y al cabo, un superviviente.



Pues hasta aquí la entrada de hoy, de nuevo dar las gracias por participar y espero que os gusten las historias que nuestros compañeros de batalla han tenido a bien compartir con nosotros un saludo y nos vemos en el campo de batalla.



2 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartirlo!!
    Estoy muy contento de haber participado y espero que este no sea el último concurso de microrrelatos.
    Un saludo!

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